El pasado 14 de marzo de 2022, se cumplían dos años de la declaración del estado de alarma por la covid-19. El 14 de marzo de 2020 empezó a cambiar la vida tal y como la conocíamos.
En estos dos años, la sociedad y el mundo empresarial, y en concreto el sector inmobiliario, han afrontado una de las situaciones más complicadas que recordamos.
Este tiempo de crisis sanitaria, al que ahora se ha añadido la incertidumbre global que supone la invasión de Ucrania, ha supuesto un tiempo de oportunidades. Porque somos una sociedad con talento, formación y capacidad de emprendimiento.
Durante estos últimos dos años el sector inmobiliario residencial se ha afianzado como un motor económico y de empleo. El mercado de la vivienda atraviesa un ciclo expansivo y saludable y durante 2022 seguirá siendo uno de los grandes tractores de la reactivación.
La formación de hogares, la accesibilidad y el bajo coste de la financiación hipotecaria, además de la proyectada recuperación económica así lo auguran. Así se hace notar en las diversas autonomías de nuestro país, donde el sector inmobiliario y la construcción residencial cuentan con miles de empresas y emplea a decenas de miles de personas.
Pero el sector inmobiliario tiene por delante grandes retos. Hasta hace muy poco, los procesos operativos en la construcción eran artesanales e ineficientes. Seguíamos construyendo de forma secuencial y con una mano de obra envejecida. Afortunadamente, el sector se encuentra en los albores de un cambio de modelo hacia la industrialización, un proceso de transformación radical en el que se está pasando de concebir la actividad inmobiliaria como un negocio a concebirla como una verdadera industria.
Este cambio conlleva una digitalización de los procesos, la creación de una cadena de suministro y el establecimiento de un gobierno corporativo sano. Un cambio que supone un gran desafío que permitirá construir un sector resiliente, con empresas solventes, responsables, capaces de atender las necesidades de la sociedad e incluso de superar crisis.
Actualmente, el sector ya fabrica una parte significativa de los elementos que componen una vivienda, como son los cuartos de baño o las fachadas, en plantas de ensamblaje de forma similar a como lo hace la industria del automóvil. Además, cada día avanza en ese proceso de transformación.
Esta transformación contribuirá a hacer un sector más resiliente y a ofrecer nuevas oportunidades a profesionales y empresas, e incluso posibilitará que la construcción pueda ser exportable.
Aprovechemos este tiempo de oportunidades para mejorar el mundo empresarial español y en concreto el sector inmobiliario. Existen grandes desafíos, así como enormes oportunidades.
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